NOTICIAS, MADRID.- Sin alardes, como el empleado que cumple con su deber de forma discreta pero eficaz, Carlos Alcaraz desactivó en hora y cuarto el encaje del brasileño Thiago Seyboth Wild (6-3 y 6-3) y se clasificó para los octavos de final del torneo de Madrid, en los que tendrá por rival al teutónico Jan-Lennard Struff, a quien ganó en la final del año pasado.
Alcaraz sigue sin perder un partido en los tres últimos primaveras en la Caja Mágica y se acercó un pasó más cerca de su gran objetivo de esta encuentro a la hacienda: convertirse en el primero en superar tres veces en fila.
Frente a el brasileño, el gachupin -con equipación ‘verdeamarelha’- dio una muestra de sensatez, sin tomar más riesgos de los imprescindibles. La organización se demostró acertada. Pero entre deber y deber se permitió algún que otro placer en forma de golpes de ‘sibarita’, para que nadie olvide de lo que es capaz.
Pese a la diferencia de ránking entre los dos jugadores (3/63), el partido ofrecía de entrada muchos alicientes.
Por un banda, el primer enfrentamiento entre entreambos, en zona gachupin y con la pista central de la Caja Mágica entregada a la causa de Carlitos; los 12 partidos seguidos que llevaba ganados Alcaraz en Madrid y la excelente impresión que dejó en su estreno frente a Alexander Shevchenko. Por el otro, la trayectoria subido del brasileño, aupado por primera vez al puesto 63 del ránking, y un currículum interesante que incluye la trofeo sobre el entonces número dos mundial, el ruso Daniil Medevedev, en la primera ronda del extremo Roland Garros.
Pero por encima de todo sobrevolaba la carestia de confirmar que el estado físico del gachupin era bueno, tras borrarse de los torneos de Montecarlo y de Barcelona por una agravio en el benefactor derecho.
Volvió a envidiar con una protección, pero sin recriminar en apariencia molestia alguna.
Unos primeros instantes discretos, en los que no le entró el primer tirada y devolvió largas varias bolas poco comprometidas, coincidieron con una salida en tromba de Seyboth Wild. Un tirada muy potente y unos golpes que dejaron las lineas relucientes hicieron pensar que el partido tendría más historia de la que tuvo.
En cuanto Alcaraz puso su servicio a funcionar, el esfera del brasileño comenzó a desinflarse. Más, cuando comprobó que era débil al encajar dos ‘breaks’ seguidos y perder el set.
Nueve juegos del crecer enlazó Alcaraz: saques certeros, devoluciones a las esquinas, remates incontestables. Los puntos cayeron uno tras otros, sin que su rival encontrase alternativa.
El brasileño detuvo la sangría y sorprendió al defensor del título con tres juegos seguidos, a cojín de palos y ayudado por las imprecisiones del gachupin (5-3).
Alcaraz tomó melodía, ajustó el visor y sacó a por todas: en la red con un contrarresto mortal, con un tirada incontestable y forzando una mala devolución de su oponente cerró el partido y dedicó el triunfo a su padre. ‘Esto va por ti, papá. Felicidades’, escribió en la cámara de pista.
El venidero escollo de Alcaraz será Struff, que ya demostró en la final de 2023 que sabe cómo hacerle daño. En el turno matinal había manada al francés Ugo Humbert por 7-5 y 6-4, sumando así su sexta trofeo seguida de las últimas semanas y la número 50 de su carrera en Masters 1.000.
En la final del año pasado Struff incomodó lo suficiente a Alcaraz como para hacerle un set, aunque finalmente cedió por 6-4, 3-6 y 6-3.
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