Ousmane Dembélé.
Noticias, PARÍS.- La distancia que separa al Brest y al París Saint-Germain quedó plasmada en el partido de este martes, en el que el conjunto bretón tenía esperanzas de postularse para los octavos de final de la Liga de Campeones, pero sucumbió al vendaval Dembélé, que provocó un penalti y marcó dos goles que ponen a su equipo con un pie en la siguiente fase (0-3).
El cruce con un rival conocido, al que ya han ganado dos veces esta campaña, con ocho goles a favor y tres en contra, frente a el que no pierden durante 1985, evitó a los de Luis Enrique la presión extra que tienen en este tipo de partidos y les dio una serenidad con la que acabaron imponiendo el fútbol que busca el exseleccionador español.
A ello se sumó el estado de gracia que atraviesa Ousmane Dembélé, convertido en el ‘9’ de un proyecto que persigue dejar atrás la fue de Kylian Mbappé y que ha ubicado en el exjugador del Barcelona al elemento perfecto para ello.
Provocó el penalti que permitió a Vitinha inaugurar el marcador en el minuto 21, al borde del descanso marcó en una jugada individual el tanto que acababa con la esperanza del Brest y firmó el 0-3 en el 66.
Totaliza ya 23 goles en su mejor año, siete al Brest, seis en la Liga de Campeones. Ha marcado en los ocho últimos enfrentamientos y ha suceso olvidar su versión gris y alocada que minimizaba sus virtudes.
El Brest tuvo sus 10 minutos de gracia, en los que sacó los colores a la defensa parisiense y Kenny Lala llevó la esperanza a las gradas con un cabezazo que tocó el palo de Gianluigi Donnarumma, pero le faltó la puntería que sí tuvo su rival.
Si ganar en Bretaña -en Guingamp, lugar que su estadio no da la talla europea- fue una gesta, la vuelta en ocho días en el Parque de los Príncipes se asemeja a un milagro para un equipo que, en su 1ra campaña europea, ya tiene los deberes hechos.
Es un equipo noble, peleón, con talento, pero le falta colmillo, imprescindible en una Campeonato que se decide por detalles, sobre todo contra los grandes. En una buena campaña europea ha perdido frente a el Barcelona, el Real Madrid y el PSG.
Este último ha superado el sofoco en el que le puso su mal apertura europeo. Todo sonríe al proyecto de Luis Enrique, que encadena 16 enfrentamientos sin fracaso.
Eso le dona una fe que frente a el Brest se tradujo en un partido sosegado, controlado de principio a fin y en el que solo en un par de fases tuvo que esforzarse para tener la portería a cero.
Los locales se parapetaron en su terreno de juego para tratar de asfixiar al PSG, que jugó bien y con paciencia hasta que Joao Neves descubrió una grieta, se encontró con el meta Bizot, pero el rechace cayó en Dembélé, cuyo disparo tropezó con una mano de Lees-Melou.
Vitinha se encargó de transformar el penalti que tiraba por tierra los planes de Éric Roy, que adelantó líneas y logró llevar peligro al ámbito rival. Pacho sacó un buen balón a Sima en un contragolpe local en el minuto 34 y, en el consiguiente córner, Lala disparó a un palo.
Fueron los mejores minutos del Brest, que quedaron acallados con una buena jugada individual de Dembélé, que sorprendió al primer palo a Bizot cuando expiraba el primer tiempo.
La salida en tromba de los locales en el segundo tiempo tampoco participó acompañada por la suerte. Ajorque y Sima se estrellaron con Donnarumma y el intento de rebelión quedó acallado con un gol al contragolpe de Doué que, aunque llego a ser anulado por el VAR, metió el temor en el cuerpo a los locales. Con la defensa adelantada, planeaba la goleada.
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